domingo, 18 de julio de 2010

La lengua griega

(De El mundo de Odiseo, de Finley)

Sin embargo, un elemento fue notablemente esta­ble en todo tiempo. La lengua con la cual entraron los emigrantes en Grecia se clasifica como miembro de la numerosa familia indoeuropea, que comprende las antiguas lenguas de la India (sánscrito) y de Per­sia, el armenio, las lenguas eslavas, varias lenguas bálti­cas (por ejemplo, el lituano), el albanés, las lenguas itálicas, entre ellas el latín y sus descendientes moder­nos, el grupo celta, del cual el gaélico y el galés han conservado alguna vitalidad hasta nuestros días, las lenguas germánicas, y varias lenguas muertas, en un tiempo habladas en la región mediterránea, como el hitita (redescubierto actualmente), el frigio y el ilirio.

Durante mucho tiempo, hasta el año 300 a. c. apro­ximadamente, el griego era una lengua con varios dialectos. Pero las diferencias entre ellos eran princi­palmente cuestiones de pronunciación y deletreo, y con menor frecuencia de vocabulario y sintaxis. Eran con­siderables, pero no tan grandes como para hacer total­mente ininteligible a quien hablaba uno de los dialectos para quienes hablaban otro, quizás no más que en el ejemplo sumamente moderno de un napolitano que va a Venecia. Incluso el dialecto poético artificial de Homero, con su base eólica incrustada en una estruc­tura jónica y sus muchas palabras y formas forjadas por las exigencias de la métrica, aparentemente lo com­prendían bastante bien tanto los incultos como los ins­truidos en todo el mundo griego.

Cuándo comenzaron los griegos a escribir había sido siempre un secreto encerrado en las tablillas de Creta y de Micenas; las investigaciones más recientes sugie­ren que la fecha puede ser tan remota como el año 1500 a. c. El punto decisivo, sin embargo, vino con­siderablemente más tarde, cuando los griegos adopta­ron el llamado alfabeto fenicio. Con los signos vinieron los nombres fenicios para las letras, de tal modo que palabras semíticas (aleph, buey; bet, casa) se convir­tieron en sílabas sin sentido en griego: alfa, beta, y así sucesivamente. El proceso de -este préstamo no puede ser descrito o fechado ni siquiera aproximadamente: los testimonios van desde el año 1000 al 750 a. c. Lo úni­co cierto acerca de este proceso es su carácter racional y deliberado, pues quienquiera que fuese el responsable de ello hizo mucho más que sólo imitar. No se copió simplemente el sistema de caracteres fenicios; se mo­dificó radicalmente para adaptarlo a las necesidades de la lengua griega, que no tiene relación con la familia de las lenguas semíticas.

Poseedores de esta notable invención, los griegos podían ya registrar todo lo imaginable, desde el nom­bre del propietario grabado en una vasija de arcilla hasta un poema de la extensión de un libro, como la Iliada. -

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