DE DÓNDE PROVENÍAN LOS GRIEGOS
Acerca de la larga historia de los griegos, anterior a los tiempos de Homero y Hesíodo, los fragmentarios testimonios de la época se limitan a unos cientos de tablillas de barro en Lineal B, y el mudo testimonio de las piedras, la alfarería y los objetos metálicos desenterrados por los arqueólogos. El análisis intrincado de los restos y de los nombres de lugares ha demostrado que el pueblo que hablaba la lengua griega, pero que ignoraba el arte de la escritura, apareció en la escena hacia el año 2000 a. c.1 Nadie sabe de dónde vinieron originalmente. En los días de Platón, unos mil quinientos años más tarde, se habían extendido en un inmenso territorio, desde Trebisonda, cerca del extremo oriental del Mar Negro, hasta las costas mediterráneas de Francia y del norte de África, contando entre todos quizá cinco o seis millones de almas. Aquellos inmigrantes no fueron en modo alguno los primeros habitantes de Grecia, ni vinieron como conquistadores altamente civilizados a dominar tribus salvajes. Los arqueólogos han descubierto datos reveladores de civilizaciones pre-griegas avanzadas, algunas mostrando huellas pertenecientes a la Edad de Piedra, anteriores al año 3000 a. c. Con mucho, el nivel del progreso social y material en aquella región superaba al de los recién llegados. Cuando llegó el pueblo que hablaba la lengua griega, no era una emigración en masa, ni era una horda que todo lo arrasaba, ni un gran convoy de carretas atravesando el difícil terreno montañoso de la Grecia septentrional, así como tampoco una expedición colonizadora organizada, sino que más bien se trató de un proceso de infiltración, quizá con uno o dos movimientos en masa.
La mente humana sufre extraños errores en las perspectivas del tiempo cuando se somete a consideración el pasado remoto: los siglos se convierten en años y los milenios en décadas. Exige un esfuerzo consciente el rectificar esta idea para apreciar que una infiltración a través de varios siglos no les parece a los participantes un simple movimiento organizado. Dicho de otro modo: ni los griegos, ni los nativos en cuyo mundo entraron aquéllos, tuvieron probablemente idea alguna de que algo grande e histórico estaba ocurriendo. En lugar de esto, veían presentarse pequeños grupos, algunas veces pacíficos y de ninguna manera dignos de tomarse en cuenta, otras veces perturbadores e incluso violentos destructores de vidas y modos de vida. Tanto biológica como culturalmente aquellos siglos fueron de constante mezcla. Se recuerda esto claramente en la Odisea (19, 172-7), cuando dice Odiseo, mezclando nombres griegos y aborígenes:
"En medio del vinoso ponto, rodeada del mar, existe una tierra hermosa y fértil, Greta; donde hay muchos, innumerables hombres, y noventa ciudades. Allí se oyen mezcladas varias lenguas, pues viven en aquel país los aqueos, los magnánimos cretenses indígenas, los cidones, los dorios, que están divididos en tres tribus, y los divinales pelasgos."
Los restos de esqueletos muestran ia fusión biológica; el lenguaje y la religión aportan la prueba principal con respecto a la cultura. El producto final, después de mü años poco más o menos, fue el pueblo histórico que llamamos los griegos. En el sentido verdadero, los emigrantes originales no eran griegos, sino^un pueblo que hablaba proto-griego, y que llegó a ser uno de los elementos en un compuesto posterior que puede reclamar con razón ese nombre. Los anglos y los sajones en la Gran Bretaña presentan una analogía adecuada: no eran ingleses, pero habrían de hacerse algún día ingleses.
a nadie le importa esta basura, maldito gilipollas
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